A lo largo de la historia del cine podríamos decir que hay dos grandes saltos técnicos que han dado lugar al cine tal y como hoy en día lo conocemos: el sonido y el color. Sin embargo, no podemos obviar que la técnica estereoscópica o 3D también se ha abierto hueco en las salas, aunque con menor impacto (por el momento es un añadido, un complemento, una opción más cuya ausencia no resta).
El sonido permitió elaborar guiones mucho más complejos, el color dio otra dimensión a la fotografía de las cintas y el 3D ha servido para aproximar al espectador a los hechos que ocurren en la pantalla… Pero, ¿cuál puede ser el próximo salto técnico en el cine?
Un mejor 3D.
Hemos dicho que el 3D es uno de esos saltos técnicos que marcan la historia del cine, sin embargo, no ha impactado realmente: se espera aún un 3D más potente, más lleno de vida, que no sea el típico elemento que creemos que nos va a golpear sino un entorno en el que nos introducimos, una evolución de Avatar, que rescató el 3D y lo puso en boga. Y sin gafas. Las molestas gafas para disfrutar de esta técnica echan a más de uno para atrás. Y es que aunque no haya tenido éxito, el camino lo ha marcado Nintendo con su 3DS, 3D sí, pero sin mediadores (en el caso de Nintendo, 3D no, ahí está su nueva 2DS).
La cuarta pared.
Para ser exactos, más bien una segunda pared. Imagina que el protagonista escucha un ruido y mira hacia la izquierda, pero en lugar de cambiar de plano, si el espectador mira a la izquierda allí puede ver el origen del sobresalto del protagonista. Las paredes y el techo de los cines están desaprovechados. Es cierto que la mayoría nos perderíamos la mitad de la película (o al menos todo ese apartado alternativo que se muestra alrededor de la pantalla), pues la costumbre nos haría esperar un plano contrapuesto y no al asesino escondido a nuestra derecha… Vamos, que no giraríamos la cabeza, o nos costaría, pero a todo se acostumbra uno, que les pregunten a los afortunados que asistieron al estreno de La llegada del tren a la estación de la Ciotat en el parisino Boulevard de los Capuchinos.
Efectos especiales en directo.
Involucrar varios sentidos. Esto que actualmente solo es una atracción más en los parques de atracciones, podría ser algún día parte de la oferta de las grandes salas comerciales de cine. Viento, agua, temblores, olores, pasar frío o calor… son múltiples las situaciones que podría reproducir una sala de cine para adecuarse a lo que se ve en pantalla: el espectador lo ve y lo siente.
Películas interactivas.
Se ha rumoreado varias veces con la posibilidad de que una película cuente con varios finales y que el público de la sala vote para decidir qué sucederá. Pues bien, los finales alternativos están bien como extra de ediciones en Blu-ray, pero decidir la conclusión nos destripa el final antes de que suceda… salta a la vista por qué la cosa no ha prosperado. Sin embargo, ¿imaginamos una película-experiencia en la que se decidan en tiempo real varios giros durante la trama de la misma? Creaciones interactivas nacidas para tal propósito, nada de 3D de postproducción, colorear una película o grabar un final alternativo, sino proyectos de los que nazca un nuevo arte creativo y de entretenimiento.
Abonos.
Algunos cines ya han comenzado con esta iniciativa para evitar echar el cierre. Un sistema de abonos mensual/trimestral/anual o por 5, 10 o 20 películas, podría atraer a un mayor público y las salas ganar una mayor rentabilidad. Sí, esta no es una medida que afecte al cine en sí mismo, pero su distribución en las salas es parte esencial de la industria, y su delicada salud requiere de medidas una vez que las palomitas se han quedado cortas.
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