14.10.14

CÓMO SER ACTOR Y NO MORIR EN EL INTENTO

Son las ocho y media de la mañana… Retiro las cortinas, subo la persiana y miro al cielo. Está nublado, como mi ánimo... pero ¡No!... Hay que ser positivo, animarse, hoy comienza un nuevo día y como siempre con la misma esperanza de que llegue hoy ese momento que tanto tiempo llevo esperando….esa llamada telefónica de mi representante en donde me ofrece un casting para una serie de televisión o una película. O mejor y puestos a soñar, ¡qué casting ni qué! ¡La productora ha visto mi material y me ha dado un personaje maravilloso en una serie de televisión! ¡Dios! ¡Qué ilusión me haría! No… no me voy a desanimar porque ese día puede ser hoy. Esperaré, como siempre. Esperar, esperar, esperar…. Y con la “esperanza” siempre a mi derecha… Voy a la cocina y me preparo un café, no sin antes leer el nuevo mensaje que está escrito en mi calendario esotérico: “Qué es el verdadero yo? Es aquello que tú eres, y no lo que hicieron de ti”. Pufffff…. Menudo mensajito me regala hoy el calendario.  Me da la espina de que voy a estar revuelta todo el día….



La vida del actor… siempre errante, de acá para allá, sin rumbo fijo, inestable, sin raíces, sin saber qué va a ser de ti, cómo te ganarás hoy las lentejas… Sin embargo no importa, porque al actor le puede más la vocación que otra cosa. Yo soy actriz y no puedo ser otra cosa. Necesito contar historias, expresarlas y que el resto de los humanos las sientan a través de mi…de lo contrario me marchito, me empieza a doler la garganta…Tengo demasiado desarrollado eso que algunos llaman chakra de la expresión…

Aquella maravillosa experiencia, la de contar historias, no se paga con dinero… pero si encima te lo pagan, entonces toco el cielo. Cuántos trabajos desperdiciados, cuantas excusas para asistir a casting, cuántas decepciones y cuántos somos los que queremos ganarnos la vida con esta difícil profesión.

Recuerdo un día en el que tras estar meses sin hacer una prueba de cámara, me pongo a hablar a las paredes, a los cuadros, al techo y a quienes pudieran oírme, y protestando, como siempre:


“¡Estoy harta!, tiro la toalla, voy a buscar un trabajo fijo, con un horario y un sueldo, aunque sea poco, pero necesito trabajar. ¡Ya está bien de soportar esta inestabilidad!” ¡Siempre igual!  “Ya te llamaremos… ya te llamaremos” “Lo sentimos, el cupo de actrices está cubierto”.¿Ah, si? Pues hala, ¡ahí os quedáis! Voy a ir la empresa esa que me ha elegido para trabajar como  secretaria, ¡firmo el contrato y en paz!.



Cojo el teléfono y los llamo, muy chula, aceptando su oferta. Me arreglo como si fuera a verme el mismísimo Spielberg y me encamino hacia la empresa. Es lujosa y bonita aunque admito que es algo que yo, por algún motivo, no se ver ni valorar…. Toda llena de ordenadores, de teléfonos, de impresoras y faxes,  gente con traje de chaqueta y lo que es peor… ¡corbatas!. Detesto las corbatas, me recuerdan a las sogas de los ahorcados…
Una vez allí, leo el contrato, lo firmo y al ver mi rúbrica en el papel no puedo evitar ver al mismo tiempo y en mis muñecas, unas enormes esposas. Sé que son imaginarias, pero las veo y las siento apretándome muy fuerte. Están ahí para recordarme que ya no podré actuar ni asistir a casting mientras esté aquí trabajando. Imposible. El horario no me lo permite. Permanezco  pensativa…




…. “¿Entonces empieza Usted mañana por la mañana?” - Comenta el Director del Departamento y, a partir de ahora, mi nuevo jefe-… (Qué horror… me ha llamado de Usted…)

“Si, por supuesto”-, contesto con una sonrisa algo forzada, resignada a mi suerte y a la difícil lucha por la supervivencia de la cual sólo se salvan unos pocos privilegiados en este mundo.

Debería dar botes de alegría… ¡Tengo un trabajo!... Pero no. Mi corazón no siente así. Siento una nueva derrota personal. Uno nuevo boicoteo a mí misma, a mi pasión, a mi vocación. Salgo de la que será, a partir de ahora mi nueva empresa…. cabizbaja, meditabunda, con dolor de garganta y con sensación de haber perdido algo por el camino. Justo al lado hay un edificio lleno de espejos, me miro…¡Menuda cara tengo! Parece que se me ha muerto un pariente…Da igual lo guapa y elegante que me he puesto… mis ojos no saben mentir. Soy la tristeza vestida con traje de chaqueta.  Me siento culpable por sentirme como me siento. No es justo. He encontrado trabajo y otros no lo tienen. Ante tal confusión mental, a la que no me habitúo a pesar de los años, cojo el móvil y llamo a una amiga mía, que sé que me quiere mucho y me da ánimos. Se llama Clara, es una mujer muy práctica, realista y me suele bajar de las nubes.



Esta fue mi conversación telefónica. Me voy a recrear haciendo de ella un pequeño cortometraje:

IRENE (con un hilo de voz)
¿Clara?.. Si, soy yo… he firmado el contrato

CLARA
Enhorabuena Irene, has hecho bien… poco a poco te irás acoplando, ya lo verás… olvídate del mundillo ese de la interpretación, te está machacando, es muy difícil, se realista, mujer

IRENE (indignada)
Qué fácil lo ves, Clara, ojalá mi vocación fuera otra. Esto es un castigo

CLARA
Has desaprovechado demasiados trabajos por culpa de las películas y los casting. Necesitas un trabajo con cierta continuidad, ¿no?


IRENE (aún con esperanza)
 Si, pero si me saliera una serie de televisión sí que podría ser continuo. Sólo necesito la oportunidad de que me conozcan más y….


CLARA (interrumpiendo)
Ya estamos como siempre…. ¿Dónde está esa serie?.... Las cosas están mal, Irene, sé realista. No puedes estar toda tu vida así, de casting en casting y esperando. Tienes que pensar en tu futuro. Llegará un momento en que no te querrán en otros trabajos porque hay gente más joven que tú y te costará mucho más trabajar en lo que sea.


IRENE (triste)
Ya… pero…

CLARA
Lo digo por ti, Irene. Este nuevo trabajo te va a proporcionar estabilidad y dinero. Venga, anímate. Nos vemos luego”





Cuelgo el teléfono, siempre resignada, cojo el coche, y me dirijo seria a mi casa. Una voz interna me dice….. “Si…Has hecho bien, como dice Clara. Tranquila, llevas demasiado tiempo intentándolo, haces dos o tres cosillas y después meses de sequía, ya no eres una niña…¿Hasta cuándo crees que podrás aguantar?..., hay poco trabajo como actriz  y lo poco que hay suele ser siempre para los más conocidos, tu no eres conocida… no tienes oportunidad porque tampoco tienes un representante de postín que pueda darte a conocer y venderte… Tampoco tienes contactos importantes, y sin los contactos, ya sabes… Además este trabajo de secretaria está bien pagado y el horario no está tan mal”… y este estúpido consuelo me acompaña hasta el portal de mi casa.

Después de no pegar ojo en toda la noche, me planto a las 9 en punto en la oficina… nada que ver conmigo. Es otro mundo. Sigo con molestias en la garganta,¡qué se le va a hacer! Pero esta vez voy a intentar aguantar, aceptar y conservar este trabajo.

…Y resulta que al cabo de dos semanas, cuando estoy más o menos acoplada, conozco a la gente y empiezo a aceptar mi nueva vida, suena el teléfono…… Es un casting para una prestigiosa serie de televisión…Quieren verme inmediatamente…tengo posibilidades. Recuerdo aquella frase del calendario… Mi dolor de garganta se vuelve agudo.

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