El nazismo o el movimiento del nacionalsocialismo, surgió como una doctrina política germana que veía en el comunismo un peligro contra Alemania y la Europa entera. Hitler y sus partidarios se declaraban categóricamente enemigos del movimiento político judío representado en el Oriente por el marxismo, y a la vez se declaraban enemigos de las masas soviéticas, a las que consideraban como un instrumento de aquel movimiento, carentes de voluntad y destino propio. El resto es historia conocida por todos y pese a la gran cantidad de material gráfico existente de las atrocidades cometidas en los campos de concentración, aún existe gente afin a las ideas hitlerianas que considera que el holocausto nazi es un invento judío.
"Ilusiones de un mentiroso (Jakob the liar)" no es una gran película, pero tiene la virtud de hablarnos de esa época desde un prisma no demasiado doloroso. El film está ambientado en Polonia durante la II Guerra Mundial, la historia trata de Jakob, un judío que accidentalmente capta una emisora de radio prohibida que revela que los rusos acaban de abatir puestos alemanes. Para combatir el ambiente tan pesimista que se respira en el ghetto, Jakob les hace creer que las fuerzas aliadas avanzan a pasos agigantados contra los nazis. Estas mentiras hacen que vuelva a nacer la esperanza y las ganas de vivir entre los habitantes del ghetto. Llegan entonces a oídos de los alemanes las noticias sobre la existencia de esa radio, y empezará la busqueda de aquel que se cree el héroe de la resistencia.
Una historia sobre héroes de carne y hueso, de personas normales envueltas en situaciones límite y que son capaces de resistir el dolor con la esperanza. El film da la impresión de nacer como contrapartida a "La vida es bella" de Roberto Benigni y utiliza un estilo similar para relatar su historia, donde el humor es un recurso para liberar la pesada carga de la muerte y el dolor. Una radio inexistente que es capaz de combatir las bombas, historias de ficción inventadas por un hombre desarmado que pueden vencer a la realidad cotidiana creada por miles de soldados armados.
La fuerza del corazón contra la fuerza de la violencia. De eso trata la película. No pasará a la historia del cine, sin duda, pero es un ejemplo de la vida en los ghettos judíos, un tema no tratado en exceso en el cine que se suele decantar por ofrecer la parte más horrible de la historia en los campos de concentración o en el campo de batalla. El protagonista, Robin Williams, realiza una interpretación convincente y creíble, y otorga ese grado de humanidad al personaje que requiere cualquier película para que se produzca la empatía necesaria con el espectador, aún sabiendo que cualquier héroe humano debe tener un trágico final para conseguir serlo.
SEGUNDA PARTE: EL PRESENTE.
-Análisis de "American History X (1998)"-
Si echar la vista atrás y mirar el pasado puede llegar a dar miedo, peor es cuando fijamos nuestra mirada en lo que sucede en nuestros días, en el presente del nazismo. Sí, porque aunque cuando se habla del tema se tiende a hablar en pasado, no es cierto que todo terminara con la muerte de Hitler, el conflicto racista existió antes de su figura y existirá después, con la muerte de Hitler sólo se creó un referente más, un icono surrealista para justificar una falsa ideología arrancada de las entrañas de la imperfección de los seres humanos, de su infelicidad y de su debilidad.
"AMERICAN HISTORY X" es una estupenda película que intenta de manera benevolente y a veces ingenua tratar el tema del nazismo en el presente. La película cuenta la historia de Derek Vinyard, un joven convicto que acaba de cumplir una condena de tres años por el asesinato de dos jóvenes de raza negra. A partir de ahí, se podría decir que existen tres historias paralelas: el intento de Derek de resinsertarse como un ciudadano normal en la sociedad, dejando atrás todo su pasado; los tres años que Derek pasó en la prisión y que cambiaron su forma de pensar, relatados a través de un extenso "flash-back" que es como una película dentro de otra película; y finalmente, la historia de Danny, el hermano pequeño de Derek que lo idolatra e intenta seguir sus pasos introduciéndose en el mundo de la violencia racista.
La película es irregular porque el guión tiene una estructura un tanto extraña, pero el interés de su trama y de lo que explica la convierte en uno de los testimonios más interesantes que se han realizado hasta la fecha sobre ese fenómeno social denominado neonazismo. El neonazismo es un resurgimiento urbano y contemporáneo del nazismo (neo, significa nuevo), que es la doctrina ideológica (o carente de ella) que surgió en Alemania a mediados de los años 20. Si analizamos la existencia de esos grupos de neonazis veremos que se trata de jóvenes anti-sociales o marginados que no tienen objetivos en la vida y a menudo recursos para conseguirlos y que se refugian en la violencia cobarde (la violencia que ejerce un grupo mayoritario sobre uno minoritario) y la xenofobia (en definitiva lo mismo), para justificar su infelicidad y su falta de ambición. Para conseguir sentirse "algo" recurren a crearse su propia ideología basada en inexactitudes y falsedades y a crearse ídolos y símbolos (como en una religión) para sentirse parte de ese "algo" que para ellos les ha sido robado.
Regresando a la película, el personaje de Derek es sumamente interesante porque es a la vez el protagonista y el antagonista principal de la historia. Vemos su evolución, desde ser uno de los líderes locales del movimiento neonazi (matando fríamente sin remordimiento y convirtiéndose así en un héroe de la "causa") a enfrentarse a ellos (rechazando todo su ideario, intentado alejar a su hermano de ellos y despreciándose a si mismo).
Al inicio del film, la brutal escena del asesinato demuestra la capacidad del hombre para aprender a odiar. Derek, está interpretado magistralmente por Edward Norton, uno de los mejores actores de su generación, en esa escena que abre la película consigue transmitir con una sóla mirada (ralentizada a cámara lenta) una infinidad de sensaciones sólo al alcance de los más grandes y que una vez vistas quedan grabadas en la retina para la eternidad. Otro momento a tener en cuenta es aquel donde Norton desnudo se refleja en un espejo e intenta ocultar la svastica que lleva tatuada en su pecho y que siempre estará allí para recordarle todo lo que ha hecho y que ya no tiene remedio, pese a su arrepentimiento.
Su cambio de ideología le viene en su estancia en la cárcel, donde para sobrevivir existe una micro-sociedad donde cada grupo está perfectamente definido. Allí descubrirá que el grupo al que pertenece carece de una verdadera ideología y que sólo la utiliza para su beneficio, descubriendo que su único amigo allí dentro es un joven de raza negra, gracias al cual permanece vivo. Aunque este flash-back está mal situado en la narración del film y resulta algo simplón en su planteamiento, resulta efectivo y convincente en lo que quiere transmitir. Los personajes secundarios del film son también muy importantes, porque cada uno representa perfectamente una manera de pensar, como la hermana defensora de los derechos pro-civiles, la sufrida y enferma madre, el insoportable y obeso amigo nazi, y todos ellos están muy bien definidos e interpretados con eficacia por todo el plantel de actores. Destacan, Edward Furlong que encarna al hermano pequeño y realiza aquí una de las mejores interpretaciones de su carrera; Elliot Gould que es un profesor judío que tiene un breve noviazgo con la madre del protagonista; Stacey Keach, irreconocible en su papel de líder del grupo neo-nazi; y la presencia siempre inquietante de Fairuza Balk, la novia de Derek, que no alcanza a comprender su cambio.
El film es de visión casi obligada entre la juventud por su tratamiento del tema, y tiene un discurso coherente y pesimista, ya que pese al cambio de actitud del protagonista, pese a reconciliarse con su familia, pese a salir ileso de su enfrentamiento con sus viejos compañeros de ideario y pese a mostrar a su hermano pequeño que lleva un camino incorrecto, no consigue salvarlo de un final trágico motivado por la semilla del odio que él mismo se encargó de plantar en el pasado.
TERCERA PARTE: EL FUTURO.
-Análisis de "Los niños del Brasil / The boys from Brazil (1977)"-
El futuro es nuestro destino y resulta terrible comprobar que no hemos aprendido nada de nuestros errores del pasado y que no hemos sabido arreglar los que estamos cometiendo en el presente. Irremediablemente en el futuro volverán a producirse los episodios del pasado que tanto nos ha costado intentar olvidar. Y es que no se pueden olvidar ciertas cosas si no se desea que se repitan.
"Los niños del Brasil" es una película fascinante, con un planteamiento malévolo e inteligente y que nos presentaba en 1977 un futuro casi de ciencia ficción y que vista ahora no se aleja en exceso al debate existente hoy en día sobre la clonación humana. El argumento del film gira en torno a el doctor Josef Mengele que reúne en Sudamérica a un grupo de jóvenes, militantes del Tercer Reich, para trabajar en un misterioso proyecto. Un joven americano, Barry kohler, contacta con el cazador de nazis Ezra Liebermann, quien empezará a investigar y descubrirá el terrible plan de Mengele. Y ese terrible plan no es otro que clonar a Hitler y repartir esos niños con sus genes por todo el mundo, la manera de gobernarlo definitivamente e implantar su doctrina nazi por cada rincón del planeta. La soberanía de la raza aria llevada hasta sus últimas consecuencias.
La película guarda sin embargo, un halo de esperanza, ya que esos niños pese a llevar el código genético del dictador, tal vez viviendo en otras circunstancias, otro ambiente y en otra sociedad, pueden tomar decisiones distintas sobre su futuro, es la eterna cuestión de la identidad personal y la colectiva. Una película que habla sobre el futuro, pero que no desvela todos sus secretos, simplemente plantea enigmas y deja algunas respuestas en el aire, ya que el rumbo de nuestro mundo sigue estando en nuestras manos y nuestras decisiones.
El film tiene un cartel de lujo y está interpretado de manera soberbia por Gregory Peck, Laurence Olivier y James Mason, entre otros, y está dirigida por Franklin J. Schaffner, un director irregular, con propuestas interesantes como "Papillon" y "Patton" y otra obra maestra en su haber "El planeta de los simios", que como "Los niños del Brasil", describe un futuro pesimista donde la humanidad se demuestra como su propio enemigo. Otro aspecto importante a destacar de este film es la banda sonora compuesta por el gran Jerry Goldsmith, en especial ese inolvidable "leit-motiv" a ritmo de vals, ese ritmo repetitivo, clonado, en círculo, auténticamente sobrecogedor.
No se puede decir nada más sobre el nazismo en el futuro, ya que todavía no existe esa máquina inventada por Orwell en su novela que nos permita vislumbrarlo con la claridad que sólo puede otorgar una vivencia, pero una película como "Los niños del Brasil" debería alertarnos de los caminos equivocados que la ciencia podría tomar y podría hacer renacer el pasado que nunca debería repetirse. La clonación es un descubrimiento extraordinario y con posibilidades gigantescas en la mejoría de nuestra sociedad, en la investigación de enfermedades, etc, pero contiene ciertamente unos peligros difíciles de mesurar y que en las manos equivocadas podría convertir el mundo en un lugar lleno de "ghettos".
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