En un intento de hacer más noble e íntegro al cine, Andrei Tarkovskyrecurrió –en la mayoría de sus películas– a citas visuales (procedentes del Renacimiento) y sonoras (del Barroco). Las referencias pictóricas son una constante en su obra: “Los cazadores en la nieve” (de Pieter Brueghel) aparece en Solaris (1972) y El espejo (1975), el “Apocalipsis” de Albrecht Dürer en La infancia de Iván (1962), y en Andrei Rublev destacan los iconos del pintor y religioso medieval. Tarkovsky también recurre a la música clásica, principalmente emplea a J. S. Bach: el tema de Solaris es la reinterpretación de un fragmento de “Ich ruf 'zu, Herr Jesu Christ”, realizado por Edward Artemiev, y en su última película, Sacrificio (1986), Tarkovsky utiliza una sección de “Matthäus Passion” (curiosamente, este último puede ser escuchado brevemente cuando es silbado por el personaje de “El escritor” en una escena de Stalker).
En el cine de Tarkovsky, el fuego se mueve, respira, interactúa con los personajes en pantalla como si fuera uno de ellos. Retratado por Tarkovsky, el fuego es un elemento que se convierte en una fuente de cambio y movimiento, no es un símbolo estático. A veces, es un rayo de calor, o un instrumento de oración; en otros momentos, es una fuerza de destrucción y caos. La película que mejor logra capturar la ambivalencia del fuego es Nostalghia (1983), que contiene secuencias de contraste: desde una humilde y melancólica vela hasta el sufrimiento de un manifestante que se ha prendido fuego.
A continuación te presentamos Fire & Bach: A Video Essay On Andrei Tarkovsky, un videoensayo sobre el artista ruso, el uso de la música de Bach y la representación del fuego:
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