6.5.15

El ensayo industrial de Bolívar Films



Dos largometrajes de Bolívar Films fueron seleccionados para Cannes entre 1951 y 1953, y uno de ellos resultó galardonado. En 1952 compitió un corto de la productora venezolana: La Caracas de Bolívar. Fue antes de que Araya de Margot Benacerraf compartiera el Premio de la Crítica Internacional con Hiroshima mon amour de Alain Resnais y ganara el Premio de la Comisión Técnica Superior del Cine Francés, en el festival de 1959.
En 1951 La balandra Isabel llegó esta tarde, dirigida por Carlos Hugo Christensen, disputó el Gran Premio y recibió la distinción a la mejor cinematografía, de José María Beltrán. En 1953 estuvo en competencia Luz en el páramo, dirigida por Víctor Urruchúa, con Román Chalbaud como asistente de dirección e Hilda Vera, la futura Garza de El pez que fuma (1977), como actriz. Benacerraf participaba también ese año con el cortometraje Reverón.
Las dos películas formaron parte de una serie de diez producidas por iniciativa del empresario Luis Guillermo Villegas Blanco entre 1950 y 1954, en un intento de lanzar a Bolívar Films a competir en el mercado nacional y latinoamericano con los filmes de México y Argentina.
El demonio es un ángel (1950)
La balandra Isabel llegó esta tarde (1950)
Amanecer a la vida (1950)
Yo quiero una mujer así (1951)
Seis meses de vida (1951)
Venezuela también canta (1951)
Flor del campo (1951)
Territorio verde (1952)
Luz en el páramo (1953)
Noche de milagros (1954)
El resultado fue un fracaso. Se invirtieron 4,8 millones de bolívares y se recuperaron 3 millones, según Villegas, quien atribuyó lo ocurrido a la dificultad para entrar en los mercados extranjeros y a la falta de protección al cine nacional por parte del Gobierno en aquella época. El modelo que adoptó la empresa en esos largometrajes de ficción, sin embargo, es de interés histórico en un país en el que, desde 1975 hasta la actualidad, el cine nacional ha sido principalmente obra de realizadores independientes, financiado por el Estado.
Una fórmula para competir
El de 1950-1954 era el segundo intento de Bolívar Films de incursionar en la realización de películas de ficción. Reemprendió ese negocio luego de haberse consolidado como empresa en los campos del documental institucional, el noticiero para cine y la publicidad, a través de un acuerdo con la agencia ARS.
En 1945 el estudio había llevado al cine a los personajes de Las aventuras de Frijolito y Robustiana, con los mismos actores del programa de radio: María Teresa Guinand y Carlos Fernández. Luego hizo Barlovento con Yolanda Leal, quien había sido madrina de la selección nacional en el Mundial de Beisbol. La película estaba inspirada en la canción homónima de Eduardo Serrano, músico que también sería clave en los filmes de 1950-1954. Pero esa experiencia con talento nacional resultó un fracaso que llevó a Bolívar Films a detener la producción de largometrajes y a replantarse la iniciativa con un mayor alcance.
Traer a Venezuela actores de México y Argentina fue uno de los cuatro elementos de la fórmula con la que reintentaría conquistar el mercado nacional e incursionar en países extranjeros. Los argentinos Susana Freyre y Juan Carlos Thorry fueron contratados paraEl demonio es un ángel, el filme con el que la empresa se lanzó de nuevo a la producción de largometrajes. Luego vendrían el mexicano Arturo de Córdova y la argentina Verónica Luque, para La balandra Isabel llegó esta tarde, y Olga Zubarry, otra actriz de Argentina, para Yo quiero una mujer así. Trabajaron además con Bolívar Films la puertorriqueña radicada en México Mapy Cortés, en Venezuela también canta, y la mexicana Susana Guízar, en Amanecer a la vida.
Christensen, uno de los directores argentinos más destacados de la época y esposo de Freyre, estuvo a cargo también de El demonio es un ángel. Fueron contratados en ese país, además, el director de arte Ariel Severino, y el actor y escritor Juan Corona, entre otros profesionales. De España vino José María Beltrán.
Bolívar Films trajo de México a Víctor Urruchúa, para dirigir Seis meses de vida Luz en el páramo, y a Fernando Cortés, esposo de Mapy, quien estuvo al frente de Amanecer a la vida y Venezuela también canta. Cuando confió la dirección a principiantes, no fueron venezolanos los escogidos para ello, sino Juan Carlos Thorry, en Yo quiero una mujer así, y Severino y el chileno Horacio Peterson, en Territorio verde.
La fórmula con la que Bolívar Films esperaba triunfar en los mercados del país y el exterior comprendía otros dos factores clave. En primer lugar, mantenerse al día en lo que al equipamiento técnico respecta, de manera de cumplir con el estándar internacional de calidad esperado por el público. Además, contar con promoción no solamente en el país sino también en medios del extranjero.
Color nacional
Varios actores venezolanos trabajaron en las películas de Bolívar Films de 1950-1954, como Amador Bendayán, Luis Salazar, Tomás Henríquez y Néstor Zavarce, además de Hilda Vera, que venía de hacer cine en México, y la argentina radicada en Venezuela Juana Sujo. Pero las verdaderas estrellas fueron los extranjeros, salvo los casos de Bendayán en Seis meses de vida, el cantante Alfredo Sadel en Flor del campo y Henríquez en Territorio verde.
Eduardo Serrano y el escritor Aquiles Nazoa, y el uso de textos de autores nacionales como fuente de inspiración, tendrían junto con ellos la misión de dar a las películas “un toque de color local”, como escribió Juan Arco en El Nacional sobre El demonio es un ángel. “Distribuido con parsimonia, le dan un carácter venezolano sin que ello la haga demasiado típica”, agregó. Eso era parte del objetivo de lograr un producto que fuera de interés en otros países.
Las historias también tenían referentes latinoamericanos, lo cual se explica por la influencia del cine argentino y mexicano. El demonio es un ángel, con guión de Juan Corona y diálogos de Aquiles Nazoa, es una comedia elegante típicamente argentina, de la línea de Los martes orquídeas (1941). La balandra Isabel, para la que Nazoa adaptó el cuento de Guillermo Meneses, es un melodrama de prostitutas cuyas fuentes están en el cine de México, como La mujer del puerto (1934). Incluso las películas sobre la Revolución Mexicana, como El compadre Mendoza (1932) y Vámonos con Pancho Villa(1936), son la referencia de Luz en el páramo.
Rodolfo Izaguirre evalúa así la producción de Bolívar Films en el período 1950-1954: “No hubo, […] en rigor, criterios autorales firmes, claros; proposiciones estéticas. Fue como si Bolívar Films hubiese heredado la regla de oro de los cuarenta: el halago al ultranza de un presunto espectador al que se satisfacía sólo a través del folklore, el melodrama espeso y el humor grueso y vulgar.”
Pero ese juicio refleja el rechazo del Nuevo Cine Latinoamericano de la década de los años sesenta a la producción industrial anterior. Descalifica de un plumazo, además, lo que considerado con menos predisposición no deja de tener aspectos positivos, como un nivel de calidad que le permitió al cine venezolano llegar por primera vez al Festival de Cannes y ser premiado. En cuanto al problema que plantea la venezolanidad de las películas, no debe olvidarse que la primera vez que Bolívar Films se propuso incursionar en el mercado de los largometrajes, basándose en el talento de la radio y la música nacionales, el resultado fue un fracaso.
En la historia del cine latinoamericano el ensayo industrial de Bolívar Films ubica a la empresa entre los estudios que tampoco lograron, en otros países, replicar el éxito de las industrias de México y Argentina. Los ejemplos más célebres son la Vera-Cruz (1950-1954), en Brasil, y la empresa estatal Chile Films (1942-1949).
Nota:
1. Flor del campo y Territorio verde fueron producidos por Bolívar Films para una empresa de la que también era socio Villegas: Películas Venezolanas, S. A. Se estrenaron con ese sello.
Referencias
Alfredo Cabrera (1990). Hacedor de sueños: Luis Guillermo Villegas Blanco, pionero de la industria cinematográfica venezolana. Caracas: Bolívar Films.
Ana Patricia Chung Mau y María Mercedes García Álvarez (1988). El noticiero cinematográfico en Venezuela: diagnóstico y perspectivas. Caracas: Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello, trabajo de grado.
Rodolfo Izaguirre (1997). “Del infortunio recurrente al acto promisor: 1940-1958”. En: Tulio Hernández (ed.). Panorama histórico del cine en Venezuela. Caracas: Cinemateca Nacional, pp. 115-128.
Luz Nahir el Jesser e Irama Ferreira (1998). Bolívar Films en retrospectiva. Producción cinematográfica. Período 1950-1952. Caracas: Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, trabajo de grado.
Foto destacada: Susana Guízar en Amanecer a la vida
Fuente: http://encine.escuelanacionaldecine.com.ve/

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