El cine de Andrei Tarkovsky no sólo es una lección de arte, sino también un curso para que, como espectadores, aprendamos a ver, escuchar y esperar de manera individual y solitaria el discurso artístico y filosófico que el cineasta ruso propone. La soledad fue uno de los grandes temas que le importaba a Tarkovsky; el momento en que el hombre solitario e introspectivo convive únicamente con él mismo y debe tomar decisiones.
“A medida que [una persona] simplifica su vida, las leyes del universo resultan menos complejas, y la soledad no será soledad…”, escribió Henry David Thoreau, pero en el mundo actual, el de la constante estimulación e interconexión, el arte de la soledad está en grave peligro. Las herramientas tecnológicas del mundo actual ofrecen, entre muchos otros beneficios, el acceso rápido e inmediato a la información. Pero también alientan la formación de opiniones apresuradas, ignorando los matices, sutilezas y contradicciones de los conflictos sobre los cuales ejercemos una opinión con aspiración de convertirse en verdad absoluta. A veces, se olvida la calma necesaria para digerir las cosas y llegar a nuestras propias conclusiones. Es un entorno especialmente hostil para las prácticas contemplativas y reflexivas que requieren tiempo, para la poesía visual que Tarkovsky construyó. En el marco, donde las experiencias estéticas se forman por el empuje de la televisión y el Internet, se motiva al parloteo constante sin la reflexión y la pasividad necesaria, resultan convenientes los consejos de Tarkovsky para recuperar la atención, la paciencia, el compromiso, la pasión y la visión individual y solitaria.
En el siguiente video, Tarkovsky habla de la soledad al momento de responder a la pregunta: “¿Qué le gustaría decirle a los jóvenes?”. El realizador se reclina sobre un árbol y responde:
No sé … creo que sólo me gustaría decir que ellos deben aprender a estar solos y tratar de pasar el mayor tiempo posible por sí mismos. Creo que una de las faltas de los jóvenes de hoy es que ellos tratan de unirse en torno a los acontecimientos que son ruidosos, casi agresivos, a veces. Este deseo de estar juntos con el fin de no sentirse solo es un síntoma lamentable, en mi opinión. Cada persona tiene que aprender desde la infancia cómo pasar el tiempo con uno mismo. Eso no quiere decir que debas ser solitario, pero uno no debe aburrirse de sí mismo porque las personas que se aburren en su propia empresa me parecen en peligro, desde el punto de vista de la autoestima.
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