Pablo Gamba
El Gran Premio CNAC que ganó Respira de Amanda Pérez en el Festival de Cortometrajes de Barquisimeto, en noviembre, confirmó lo que había anunciado el triunfo en enero de Rojo, de Carlos Alejandro Molina, en el Festival Manuel Trujillo Durán, en Maracaibo: 2014 fue un año ganador para el cine estudiantil venezolano.
“Cuando vimos Respira, fue una respuesta absolutamente emocional. Es un corto muy sencillo, pero a la vez llega; muy intimista, muy sensorial”, explica Gustavo Rondón, que fue parte del jurado que otorgó el galardón a una película de una estudiante del séptimo semestre, por encima de un corto que se estrenó en el Festival de Rotterdam:Habitable de Gustavo Bastidas.
Pérez cursa estudios en la Escuela de Medios Audiovisuales de la ULA, en la que Molina terminó sus materias y espera culminar la tesis. También en otras instituciones se han realizado cortos destacados este año. Un ejemplo es El regalo de Alejandro Bonillla, de la Escuela Nacional de Cine; otro Idilio de Isaac Flores, de la Escuela de Cine y Televisión de Caracas.
Sensaciones, juegos y temores
Respira es un cortometraje sobre una joven que nada en una piscina, en el que propiamente no se cuenta una historia. Lo que abundan son las sensaciones.
“El profesor nos dio unos lineamientos: una sola locación, un solo personaje y cero diálogos”, explica la realizadora. “Realmente a mí se me ocurren las ideas si tengo las locaciones, y quería hacerlo en una piscina, de noche. La idea de Respira era hablar de la feminidad y de las sensaciones, que dependiendo de la manera de verlas se pueden convertir en algo mucho más ligero, y disfrutar de la vida”.
Las fuentes de inspiración de Amanda Pérez soy muchas, pero entre ellas en particular menciona a las cineastas latinoamericanas y los filmes hechos con pocos recursos. La teta asustada de Claudia Llosa, que ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín, es una de sus películas favoritas y también las de Lucía Puenzo y Lucrecia Martel.
Recientemente Respira tuvo una selección internacional, en el Festival de Gualeguaychú, en Argentina.
“El regalo es algo que para mí es bastante personal”, explica Alejandro Bonilla, quien realizó el cortometraje como una asignación de Guión III en la ENC. “Narré una experiencia que no es del todo como esa y que me pasó un poquito más grande”, agrega.
La película relata la historia de un niño tímido enamorado de una niña que juega con él. Bonilla considera que su fuerte está en que es bastante simple, con personajes que tienen objetivos claros.
“Lo complicado del cine estudiantil es que uno siempre quiere abarcar muchas cosas, y la mayoría de las veces se queda corto”, explica Bonilla. “Uno tiene que estar claro, cuando escribe el guión, de las posibilidades reales de llegar a producir lo que está escribiendo. Hay que ser consciente de cuáles son las limitaciones”.
Sin embargo, cree que cuando se hace cine estudiantil también existe la oportunidad hacer algo más osado que lo que haría alguien con mayor experiencia. “De allí pueden salir cosas mejores, o cosas interesantes”, dice.
Rojo nació como un trabajo de Historia y Teoría del Montaje con el que Carlos Alejandro Molina se planteó un reto personal: llevar al cine una historia engavetada, la que menos le gustaba de todas las que tenía a la mano. El corto trata de un joven que establece una relación a través del chat con la persona menos esperada. Es un thriller psicológico, y a Molina lo que le atrae más es el cine fantástico.
“Pienso que, si uno es capaz de darlo todo para hacer algo muy bueno con algo que le gusta poco, cuando haga lo que realmente le gusta le quedará mucho mejor”, dice el realizador. “Más que un proceso creativo fue un proceso de descubrimiento, porque tenía que indagar en lo más profundo para tratar de sacar el verdadero potencial que podía tener esa historia. El nivel de aprendizaje fue enorme, y es un ejercicio que recomiendo a toda persona que quiera hacer cine”.
Rojo también fue galardonado en el Festival ELCO. Ganó además el Premio Municipal de Cine de Caracas en las categorías de mejor cortometraje, y mejor director, fotografía y sonido, y obtuvo recientemente una mención en el Festival Cortala de Tucumán, Argentina.
Isaac Flores trabaja en sus cortos estudiantiles la temática de la diversidad sexual, eIdilio no es una excepción. Trata de un grupo de cuatro amigos, entre los cuales ha nacido el amor platónico, y un día deben hacerle frente a eso. “Es un cortico que habla sobre los miedos y lo que puede pasar si no los afrontamos”, explica el director, quien hizo el filme como un trabajo de la materia Dirección II.
Idilio fue galardonado en la competencia estudiantil del Festdivq, el festival de cine de diversidad sexual de la capital, y en dos certámenes del interior del país. Flores destaca la importancia de los festivales y premios como un trampolín para los estudiantes que comienza a abrirse camino como realizadores. Le han permitido confrontar su trabajo con los de otras escuelas, así como con cortos de profesionales, y las distinciones obtenidas por Idilio figuran ahora en el currículo con el que aspira a conseguir una beca.
Tecnología y reflexión
Una de las razones de que los filmes de estudiantes pueden competir con profesionales y ganar premios en la actualidad es la tecnología digital. “Es el gran regalo para todo artista y para todo cineasta”, dice Carlos Alejandro Molina.
“La tecnología digital le permite a muchas personas hacer realidad sus obras. Se puede contar una historia, con un buen tratamiento artístico, con muchas cosas que antes hubieran sido técnicamente inaccesibles”, agrega.
Gustavo Rondón señala otros dos factores por los que los cortos estudiantiles pueden sacar ventaja a los hechos por profesionales.
“Quizás la actividad académica permite la reflexión y el estudiante puede tener un proceso de maduración más prolongado. En muchos de los cortos profesionales, en cambio, no se alcanza el rigor que se requiere. El otro factor es que el presupuesto no es lo que conduce la producción; es más bien la falta de presupuesto. No es el hecho de que se metiste un proyecto en el CNAC y te dieron un montón de plata”, explica el realizador del cortometraje venezolano Nostalgia, que compitió en el Festival de Berlín.
En la actualidad son muchos los festivales de cine en Venezuela que tienen una competencia de trabajos estudiantiles y hasta 2013 se realizó el Festival de Cortos Universitarios Viart, que a lo largo de 16 ediciones logró convertirse en una referencia internacional. Le ha hecho el relevo el Festival A Corto Plazo, que organiza la Embajada de Francia. Se realizará del 2 al 8 de marzo en Caracas. Las postulaciones están abiertas hasta el 25 de enero.
Visita la página del Festival a Corto Plazo
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