En 2014 se cumplieron 30 años del estreno de Homicidio culposo. Tenía el récord de taquilla para una película venezolana con 1.335.377 entradas vendidas, hasta que fue rebasada por Papita, maní, tostón, que llegó a más de 1.9 millones de espectadores este año.
Quizás el aniversario hubiera sido celebrado mejor en otras circunstancias. Pero los más de 4,12 millones de espectadores que ha tenido en total el cine venezolano en 2014 invitan a pensar en el futuro, y no en la década en la que había sido establecida la marca anterior: 4,11 millones, en 1986.
No son los 30 años y las cifras los únicos argumentos para recordar la película dirigida por César Bolívar, y escrita por él y José Ignacio Cabrujas, que llegó a los cines el 27 de junio de 1984. La calidad de este filme policial, y un detalle perturbador relacionado con quienes actuaron en él, son las razones de más peso para volver a ver Homicidio culposo.
Un caso muy real
La película está basada en la muerte del actor Marco Antonio Ettedgui el 2 de septiembre de 1981, en la presentación de una obra de Javier Vidal. El personaje que interpretaba Julie Restifo le daba un tiro en Eclipse en la casa grande, y el fusil disparó la baqueta que se usaba para cargarlo.
La actriz fue detenida. Las investigaciones concluyeron que fue un accidente, pero por tratarse de gente del teatro hubo diversas especulaciones en torno al caso.
César Bolívar no sólo llevó lo ocurrido al cine, sino que lo hizo con los mismos actores. Restifo interpreta a la mejor amiga de Alicia, la autora del disparo, papel que hace Elba Escobar. El personaje de Javier Vidal muere como Ettedgui.
El rostro con el que Julie Restifo presencia dos muertes en el escenario, así como la reconstrucción de la primera, es lo más intrigante de Homicidio culposo.
Un policial singular
El género policial también se destacó en el cine venezolano de la década de los años ochenta con otras películas, como Cangrejo (1982) y Cangrejo II (1984), de Román Chalbaud, y Más allá del silencio (1985) de César Bolívar.
Pero Homicidio culposo sobresale por varias razones. El policía que interpreta Jean Carlo Simancas le da la vuelta al estereotipo estadounidense del rebelde en conflicto con sus superiores, por ejemplo.
Gabriel Martínez, el héroe, es simplemente un funcionario irresponsable y torpe, un pobre payaso. Su superior lo saca de las calles no por justiciero intrépido, sino por el desastre que causa al infiltrarse en un local nocturno, disfrazado de mujer.
Las películas que se desarrollan en ambientes singulares han sido la especialidad de Bolívar hasta Corpus Christi (2013), y en el caso de Homicidio culposo el mundillo del teatro le da a la historia un aire de cine negro, porque todos los personajes parecen ocultar algo sobre la muerte de Juan Carlos Johnson.
Además es un filme sobre el teatro que tiene algo de Shakespeare. Romeo y Julieta está presente en la historia de los amantes que son separados por la muerte, y que sólo la muerte puede reunir. La melancolía que va hundiendo a Alicia, hasta que se inventa una venganza enferma, recuerda a Hamlet.
“Algo está podrido en Dinamarca”, dice Marcelo en esa obra. Buena pregunta para el espectador: ¿hay algo podrido en el mundo de Homicidio culposo?
Fotos: cortesía de la Fundación Cinemateca Nacional
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